lunes, 9 de noviembre de 2009


El río se tiñó de sangre y yo manifesté incomprensión. Dios hacía la cama mientras San Pedro se cebaba unos mates. Así pasa el tiempo, como un sinsentido, como un águila calva que levanta vuelo y se quema con los rayos del sol. Quizás hacemos bien en pensar que el mundo tiene un fin. Quizás el fin del mundo es el fin del mundo.

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