domingo, 25 de octubre de 2009



Cuando un puñado de materia orgánica invoca a dioses desconocidos la catástrofe ocurre. Los glaciares se derriten y la manteca se congela, impidiendo el ciclo de cocción de alimentos como la papa. Bajo estas circunstancias se hace necesaria la intervención de seres mitológicos que poco tienen de dioses y mucho de ignorantes. Con sus poderes el mundo podría ser un lugar mejor. Pero no lo es, ¿Por qué no lo es? Una disposición universal anula la felicidad. Qué tragedia.



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